Risas y conmoción desde una problemática social y cultural. El filme dura 90 minutos
Ficha técnica
Fecha de estreno inicial: 8 de diciembre de 2022
Director: César Galindo
Guion: César Galindo, Augusto Cabada, Gastón Vizcarra
Fotografía: Juan Durán
Edición: Roberto Benavides
Sonido: Edgar Lostaunanu, Raúl Astete, Karin Zielinski
Producción: Jedy Ortega Moreno
Año: 2022
Idioma(s): Lenguas quechuas; Español
Reparto: Víctor Acurio, Hermelinda Luján, Melisa Álvrz, Alder Yauricasa, Cosme Flores, Bernardo Rosado, Juan Ubaldo Huamán
Por: Anghel Espinoza
El cine conmueve. Un camión pasa por una carretera entre cerros, en él hay una profesora y niños. Mientras el carro conduce, un niño de campo corre para alcanzarlo y lo logra. Minutos después, la profesora llama a tres niños que recorren grandes distancias para alcanzar el vehículo que los llevará a su escuela. “Todo lo que pasan para poder estudiar”, pienso. Y me conmueve aquello, porque yo no lo pasé. Pese a las circunstancias en que viven, los niños del interior del Perú se esfuerzan mucho más para tener algo que, a comparación suya, yo obtuve fácilmente.
Aquella escena descrita anteriormente pertenece a la película peruana en quechua Willaq Pirqa, el cine de mi pueblo (2022). Y es un ejemplo de las brechas sociales que poseen los pobladores del interior del país. Asimismo, al presentarnos una historia sobre el descubrimiento del cine de un niño y una comunidad, evidencia las brechas culturales de ellos. Es paradójico todo lo que tienen que pasar para que accedan a un cine itinerante, mientras yo observo las escenas bajo la comodidad y privilegio de mi asiento en una sala de cine.
Sin embargo, eso no es lo único que me llevo tras ver el filme. Quizás porque es una feel-good movie, es decir, una película que presenta a las personas y la vida de una manera que hace que los espectadores se sientan felices y optimistas. No lo negaré y nadie podrá hacerlo luego de ver la cinta: me he reído bastante y al terminar de verla me he sentido bien, optimista y feliz. Hay un humor fresco y sencillo, no se fuerza; hay ternura e inocencia en lo que se cuenta a través de los ojos de un niño. Y es por esto, principalmente que ha tenido tanta acogida en el cine.
Son más de 50 mil espectadores que han visto la “pared que habla” o Willaq Pirqa y es por lo que acabo de escribir: la manera en que cuenta un drama social a través de una comedia familiar o una feel-good movie atrae audiencia. Se priorizan escenas inocentes y carismáticas dejando en segundo plano el drama social para atraer espectadores, que estos se rían, pero que interpreten el conflicto social. Es cierto, hubo más risa que conmoción, pero tengo presente las desigualdades que muestran. Si bien es cierto las explicitan de una manera suave y no tan cruda, pero lo hacen.
No hay que dejar de lado otras cualidades de la cinta: las grandiosas tomas, los hermosos gran planos generales, la fotografía, la música y las conmovedoras actuaciones. Otro hecho a destacar es el idioma: el quechua, una lengua única y muy dulce, que transmite ese cariño en sus palabras y mensajes, potenciando momentos tiernos del filme.
Igualmente, se debe destacar que ganó el premio a Mejor Película en Festival de Cine de Lima y actualmente está en cartelera, en su décima semana. En este aspecto es preciso señalar que en un principio quienes podían ver la película en Cineplanet solo eran de Lima, y eso que está en quechua, aunque con subtítulos en castellano. Sin embargo, la cadena de cine extendió su cobertura a otras regiones y estas pudieron disfrutarla.
Esta cinta me recuerda a otras... Una película andina con éxito similar en Perú fue Retablo (2017), comparten el idioma y reflejan costumbres y tradiciones. Por otra parte, a Willaq Pirqa se le ha estado comparando con Cinema Paradiso (1998) y la verdad es que son diferentes, pero comparten una premisa: el interés de un niño por el cine. Viendo esta última pude un notar un detalle:
Cuando el protagonista de Cinema Paradiso acompañado de su madre camina luego de enterarse de la muerte de su padre, en la escena se observa que el niño mira un afiche de una película: “VIA COL VENTO" (1939). Este afiche aparece en Willaq Pirqa dentro de pedazo de periódico que el Dios Viento le trae a Sistu. También, este afiche aparece con otros fuera del cine itinerante.
Cinema Paradiso y Willaq Pirqa comparten un afiche en sus escenas. Foto: International Poster Gallery, Cinema Paradiso y Carrefour
Además, ambas películas suceden en un espacio que es visto como precario y simple (en Willaq Pirqa, la comunidad de la sierra y en Cinema Paradiso, Sicilia) frente a otra realidad (en Willaq Pirqa, Lima y en Cinema Paradiso, Roma). La gran diferencia en la película nacional es que el tema central no solo es el cine del pueblo, el cine itinerante que descuadra como elemento occidental y foráneo, sino la adaptación de este para el entendimiento de los pobladores a través de cuentos narrados por un niño.
Por otro lado, los problemas dentro del trama se resuelvan de manera sencilla: la oposición al cine del padre de Sistu se soluciona rápidamente gracias a mamá Simona (abuela de Sistu), el bully de Sistu en el colegio deja de serlo prontamente. En sí, la mayoría de los personajes se lleva muy bien. Pero lo que le falta en conflicto y complejidad, lo compensa con encanto, con las risas y carcajadas que provoca, y la calidez, curiosidad e imaginación de sus protagonistas.
El cine es arte, cultura y entretenimiento. Conmueve, hace reflexionar, reír, llorar, enojarse y más. Aflora emociones y sensaciones dentro de un espacio común para varias personas, pues a través de la proyección de audio y video se logra algo maravilloso. Willaq Pirqa representa muy bien al cine y tiene un plus al representar algo valioso: un problema social y cultural. Incluso impacta en sus últimos minutos, con una estocada al alma, al descubrir que eres un espectador más de la pared que habla.
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