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¿Mávila Huertas y su imparcialidad?

Foto del escritor: Anghel EspinozaAnghel Espinoza

Mávila Huertas conduciendo Cuarto Poder y 20 21. (Foto composición: Anghel Espinoza)

¿Por qué un periodista no es imparcial? ¿En qué momento la información se parcializa y favorece a alguien o algo? La imparcialidad es un valor ético periodístico muy importante que brinda credibilidad a la profesión y tiene el deber de tratar la información con equilibrio, contexto y actualidad. En el contexto de la segunda vuelta electoral 2021, una periodista realizó entrevistas a simpatizantes de Keiko Fujimori y de Pedro Castillo. En ellas se pudo evidenciar omisión de información en preguntas relevantes y una postura política tomada previamente a tales encuentros. Por lo que se deduce que, Mávila Huertas fue parcial en su tratamiento ético periodístico.


Según la Real Academia Española (2014), la imparcialidad es la “falta de designio anticipado o de prevención en favor o en contra de alguien o algo, que permite juzgar o proceder con rectitud”. En otras palabras, ser imparcial significa que las posturas personales frente a cierto tema o persona no deben influir en lo que se informa de ella, por ejemplo. No obstante, esto no ocurrió con la periodista Mávila Huertas quien se dejó llevar por su postura política y posición declaradamente parcial en sus entrevistas: a Pedro Castillo, en donde resaltó el “miedo” y la “preocupación” de su candidatura que "tienen los peruanos"; a Keiko Fujimori, que pareció más un monólogo de la candidata declarando propuestas y sin referencia alguna en las preguntas de Huertas a sus presuntos delitos de lavado de activos, organización criminal, obstrucción a la justicia y falsa declaración; a Aníbal Torres, vocero de Perú Libre –actual ministro de Justicia–, confrontativa y repetitiva en vincular a Castillo con Cerrón y remarcar las irregularidades de Perú Libre; a Gisela Valcárcel; personaje de entretenimiento invitada a un programa político-informativo para manifestar su apoyo a Keiko Fujimori; entre otros.


Otro ejemplo de la parcialización de Mávila Huertas en su tratamiento ético informativo es la entrevista que realizó a Cecilia Valenzuela en el programa 20/21 de Canal N, en el que ambas confesaron que no serían imparciales. Mávila comenzó diciendo “Nadie se esperaba que estuviese Keiko Fujimori frente al señor Castillo (…) Nos están obligando a tomar una posición ¿por qué? Porque esto ya supera cualquier cosa. No se trata de dos partidos políticos normales en contienda, o respetuosos del sistema…”. Asimismo, Cecilia Valenzuela manifestó que no podía darse “ahora las de imparcial o de neutral frente a una amenaza como esta -refiriéndose a Pedro Castillo-”. Es bien sabido que no es ético ser parcial. La intención de la conversación entre ambas periodistas fue la de infundir temor a la población, a Pedro Castillo y justificar su parcialidad, evidenciando un sesgo en la información.


Al respecto, Patricia Salinas (2021) explicó que el peligro vendría en todo lo que informen, pues estaría ya con un prejuicio, porque ya tienen una posición tomada relacionada al miedo a perder su trabajo, como se puede deducir de la frase de despedida de Mávila cuando le dice a Valenzuela: “Que no sea la última vez…digo, si nos lo permiten, porque con este señor, no sabemos…”. Asimismo, se incumple el inciso “e” del artículo 2 de la Ley 28278 – Ley de Radio y Televisión, que refiere a “la libertad de información veraz e imparcial” como principio para la prestación de los servicios de radiodifusión, ya que en el diálogo entre Huertas y Valenzuela se atentó contra la responsabilidad informativa y la veracidad al no ser imparciales y declararlo explícitamente en señal abierta.


Decir que Mávila Huertas tuvo una postura declaradamente parcial, al decir que los electores estaban obligando a los periodistas a tomar una decisión al poner a Keiko Fujimori y Pedro Castillo, que Castillo podría hacerla perder su trabajo, de hacer referencia a votar por el país luego de una entrevista pro-Keiko (a Gisela Valcárcel) no es ser parcializado; es decir la verdad. Esta frase un poco redundante hace referencia a afirmar los hechos tal cual sucedieron en base a pruebas.


De igual forma, como señala Víctor Caballero o Curwen (2020) decir que Fuerza Popular no quiso aceptar los resultados electorales, que difamó el nombramiento de Pedro Castillo y utilizó una variedad de estrategias: las firmas falsas de los personeros y supuestas firmas falsas de los votantes, la supuesta auditoría internacional que no funcionó, o incluso el intento de Vladimiro Montesinos desde su celda en la base naval del Callao para sobornar magistrados que pueden favorecer a Keiko Fujimori, no es ser parcializado, es decir lo que realmente sucedió. Y es curioso y cuestionable que, respecto a esta artimaña de Fuerza Popular, Huertas no se pronunció.


Desinformación

Por otro lado, el programa dominical Cuarto Poder, en el que trabajaba Mávila, decidió darle tribuna a la desinformación que promovía Lourdes Flores Nano sobre la segunda vuelta electoral 2021. En compañía de Mario Ghibellin entrevistaron a Flores Nano, quien denunciaba maniobras fraudulentas en las elecciones y exigía un análisis estadístico. Es por ello que la periodista interrumpió la conversación para dar pase a Arturo Arriarán, exmarino e ingeniero de sistemas, para presentarlo como "criptoanalista" que probaría el “fraude electoral”. En su presentación, fue evidente el énfasis que hizo Mávila Huertas cuando mencionó que votar por un candidato en primera vuelta y por otro en segunda vuelta es un "comportamiento anormal”.


Este supuesto criptoanalista que trató de probar un supuesto fraude electoral con un Power Point, sin sentido alguno, no era una fuente confiable de información, pues encima tuvo que pedir disculpas públicas después. Es preciso resaltar que con ello se incumple dos artículos del Código de Ética del Colegio de Periodistas del Perú (2015): el artículo 2 que menciona que los periodistas deben “ajustarse a la más rigurosa veracidad en el trabajo, ser honestos y fieles cumplidores de la difusión de la verdad” (p.2) y como hace referencia el artículo 4 “publicar informaciones y documentos cuyo origen haya sido plenamente verificado” (p.2). Y a esto faltan porque si hubiera rigor y verificación en su trabajo investigativo, no habrían desinformado con pésimas fuentes sin pruebas o con investigaciones fallidas. En un programa serio que los periodistas le brinden un espacio a este tipo de manifestaciones deja mucho que decir, daña su credibilidad.


Un día después de este lamentable suceso, Mávila entrevistó a Daniel Olivares, comunicador y político peruano, en ese momento congresista de la República. Este le recriminó este bochornoso incidente e hizo una comparación con Estados Unidos, cuando Trump dijo que hubo fraude los medios no lo cubrieron, pues cortaron sus discursos, ya que estaba mintiendo. De igual informa, el político dijo que eso debería hacer la prensa peruana y no la lamentable labor que venía haciendo como lo que pasó con el supuesto criptólogo y Flores Nano. Ante esto, Huertas aceptó su error, dijo que se hacía una autocrítica y reconoció a la comunidad de académicos peruanos que decían que no hay fraude electoral. Ella también lo afirmó.


Sin embargo, una semana después en una entrevista para el Trome sobre el “fraude en mesa” consideró que existían “irregularidades que deberían aclararse” e indicó: “todavía estamos en la etapa que se puede abrir el padrón electoral”. Por eso, una fracción de usuarios de Twitter la criticaron duramente:

"Ella es un claro ejemplo que por más que hayas pisado “una buena universidad”, eso no te hace un buen profesional... Una vergüenza", "Triste final de una gran periodista y pasar a ser un títere, un muñeco de ventrílocuo, pero estas a tiempo patear y ser libre no temas a ser independiente", fueron algunas de las reacciones que se mostraron en contra de Mávila Huertas. (Espectáculos El Popular, 2021, p.1)


Todo ello visibilizó que, a pesar de los hechos, de las opiniones vertidas, de las críticas profesadas, ella se mantenía imparcial, cuestionando un proceso electoral que defiende la democracia.


Línea editorial y autorregulación

Normalmente, la línea editorial de un medio de comunicación transmite una posición frente a los hechos a favor o en contra de quienes lo protagonizan. No obstante, este no debe confundirse con transmitir opinión en espacios noticiosos, guiarse de este para entrevistar personajes, ni omitir información relevante.


Al respecto, Zuliana Lainez, secretaria general de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP), manifestó:

La cobertura informativa como tal no debería verse permeada por la posición editorial. Todo lo contrario, tiene que responder a principios que son fundamentales. Tiene que responder a la pluralidad, a dar un equilibrio en una segunda vuelta y hacer coberturas que permitan que sean proporcionales a ambos candidatos. Una cosa es la posición editorial que se explicita en los espacios de opinión y otra cosa es la cobertura informativa. Al periodismo le faltando ese principio fundamental. (Fundación Gustavo Mohme Llona, 2020, p.1).


El Código de Ética de la Sociedad Nacional de Radio y Televisión (2006) manifiesta en su artículo 5, lo siguiente:

La autorregulación consiste en vigilar la calidad de la información que se brinda a través de la comunicación comercial, además de preservar y acrecentar la credibilidad de la misma. De igual forma, es tarea de la autorregulación el mantener vigentes y actuales los valores, principios fundamentales y reglas de la actividad que, para los propósitos de este documento se limitan a aquellos que rigen la relación con el público espectador y consumidor: a) Veracidad; b) Respeto a la dignidad de la persona humana; y c) Responsabilidad social. Todo ello dentro del marco de responsabilidad con la sociedad peruana y en atención a sus particulares circunstancias económicas, culturales y educativas.


Al respecto, la autorregulación de los medios de comunicación en el accionar de Mávila Huertas es discutible, ya que coincidió en la línea editorial del medio (derecha o ultraderecha) y asumió una postura. Sin embargo, se atentó contra la veracidad al no ser imparcial y declararlo abiertamente, como lo hizo en la entrevista a Cecilia Valenzuela; al respeto a la dignidad de la persona humana, al no dar una información de calidad; y a la responsabilidad social del contenido noticioso y equilibrado para ambas candidaturas que no hubo. Asimismo, descuidó y redujo la credibilidad del programa y de ella misma al ofrecer ese contenido inverosímil y parcial.


Mávila Huertas del pasado vs de la segunda vuelta electoral 2021

En el libro Ética de la comunicación periodística de José Perla (2013), Fiorella Grández y Erika Rincón hicieron posible la inclusión de la entrevista a Mávila Huertas. En ese entonces, era conductora del noticiero América Televisión.


Recordemos qué dijo la periodista cuando le preguntaron sobre ética, los valores en su trabajo y la verdad:


La ética entra en todas las etapas de la vida profesional. (…) Entonces, creo que, entre todas las carreras, la de periodismo es una de las que está más directamente comprometida con la ética, porque hay manejo de público, de audiencias, de información, y esto es un tema en realidad muy delicado. (p.121)


Uno que se repite mucho es el de la verdad y el rigor en la búsqueda de la información. Para mí es importante, lo más importante de todo. Se habla mucho de la objetividad periodística. Pero hay una discusión que yo creo que no se va a resolver nunca, sobre la objetividad absoluta. (…) Pero la objetividad como yo la he querido ver, en mi experiencia, es un esfuerzo permanente. Es decir, pensar que debo ser objetiva. Digamos que no puedo serlo al cien por ciento, pero el esfuerzo me va a acercar a ese nivel ideal de objetividad. Entonces, sí debo tener conciencia de que hay que ser objetivo, debo tener conciencia de que debo ser equilibrado, de que, si sobre un hecho tengo una opinión A, al frente va a salir una B, y que hay que darle, más o menos, un espacio a ambas. (pp.121-122)


La verdad quizás sea esa data irrefutable. Entonces, hay un trabajo riguroso y una técnica para corroborar la información que manejamos los periodistas, que es la que debe primar antes de la publicación. Tiene que haber una revisión, un chequeo y un rechequeo de esa información. Creo que la búsqueda de esa data es la que te da finalmente la verdad, si yo quiero trasladar esa búsqueda al quehacer diario del periodista. (…) Y por supuesto, tiene que haber mucho autocontrol. (p.122)


Si bien es cierto la objetividad absoluta es imposible, se debe brindar en igualdad de oportunidad declaraciones de distintas opiniones, no ser más blandas con unos que con otros, o más confrontativos. De igual forma, si su visión era brindar una equidad informativa, se dejó llevar por su miedo y preocupación por diferentes motivos (pérdida de trabajo, censura, línea editorial, amistades afines, periodistas afines) y no la dio. Por lo tanto, debería releer sus declaraciones sobre la ética periodística y la equidad informativa.


En definitiva, el tratamiento ético periodístico de Mávila Huertas fue parcializado. La periodista dañó su imagen y la confianza que el público le tenía. Por lo tanto, de ahora en adelante tiene que cumplir con el deber primordial del periodismo: informar (adecuadamente). La campaña de miedo y desinformación sustentada en la no concordancia de una postura política, económica y/o social no es correcta. Por eso, en futuras elecciones, no debe tomar partido por cierto candidato o por su postura política, pues así daña su credibilidad periodística. Asimismo, debe regirse bajo los principios de autorregulación y los códigos éticos que existen, revisar sus entrevistas, contenido periodístico (procurar ser imparcial) y cuestionarse el porqué de las críticas. Mávila Huertas debe volver a realizar una autocrítica, reevaluar su código ético personal y mantener la veracidad, honestidad, imparcialidad para tener credibilidad.



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